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“Acompañar a mujeres en situaciones de violencia es un compromiso puro y sincero”. La historia de Wendy Sarmiento
Wendy Sarmiento es defensora de derechos humanos en Suchitoto. Desde 1992 está organizada en dos asociaciones que trabajan por la utopía de lograr un municipio libre de violencia hacia las mujeres.
Wendy creció en la casa de sus abuelos en San Antonio Abad, cuenta que era un hogar donde abundaba el amor. Una de las cosas que más disfrutaba era salir de paseo con su abuela, una señora llena de sabiduría que tejió a la mujer en la que se convirtió. Aunque la recuerda como una persona muy estricta, también agradece que en la mesa nunca hayan faltado los frijoles y las tortillas. “Yo no sé cómo hacía para darnos de comer a todos”.
De niña soñaba con ser psicóloga, pero encontrarse en medio del conflicto armado salvadoreño se lo impidió. Cuando tenía quince años, en el apogeo de la guerra civil, se involucró en los comandos urbanos de San Salvador.
Con la firma de los Acuerdos de Paz y el llamado a la concentración, Wendy llegó a hacer vida en Suchitoto. Ahora vive en la comunidad Sitio Zapotal en una casa de adobe, tejas y con un patio grande. “Aquí soy muy feliz”.
Conocer las realidades de violencia que viven las mujeres la llevó a convertirse en una defensora de derechos humanos. Wendy defiende el derecho de las niñas y niños a una cuota alimenticia. “Acompaño a las mujeres para que exijan lo que por derecho les corresponde a sus hijos. Ellas me dan la fuerza que necesito para seguir en esta lucha”.
Desde el año 2012 se dedica a acompañar a mujeres víctimas de violencia machista. Aunque su labor no ha sido siempre la misma. Desde el surgimiento de las organizaciones de mujeres en Suchitoto y su participación en ellas, Wendy acompañó la organización de las ADESCOS en las comunidades; lideró un programa agropecuario dirigido a mujeres; administró una iniciativa económica; defendió el derecho a decidir; actualmente es parte de la junta de vigilancia de una cooperativa de ahorro y crédito; y participa en la toma de decisiones de su comunidad a través del puesto que ocupa en la ADESCO.
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Wendy forma parte de cuatro organizaciones que velan por el mismo objetivo: defender los derechos de las mujeres. Para ella la organización social es una parte importante en su vida. “Pertenezco a la Concertación de Mujeres de Suchitoto, Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, Asociación de Veteranas de Guerra y la Cooperativa de Ahorro y Crédito Mujeres Abejas Productoras de Suchitoto”.
Manifiesta que en Suchitoto todavía hay mucha gente que no comprende el trabajo que hacen las organizaciones de mujeres y feministas. Eso mismo sucede con su familia. “Por más que intente explicarles, para ellos es muy difícil comprender; o sea, sí respetan mi decisión de ser defensora, pero no es algo que hablemos abiertamente”.
La opinión de sus hijos es diferente a la del resto de la familia, ellos se sienten orgullosos de tener una mamá que defienda los derechos humanos de las mujeres. “Creo que se sienten muy satisfechos de la mamá que les tocó. Nunca han cuestionado mi labor como defensora”.
Para Wendy, defender derechos es una lucha constante, sin descanso u horas fijas, porque la violencia hacia las mujeres no ocurre en horario de oficina. “Acompañar a mujeres en situaciones de violencia significa un compromiso puro y sincero que me llena de satisfacción”.
De alguna manera, Wendy cumplió su sueño de ser psicóloga. “Cuando hablo con las mujeres me siento muy satisfecha de que ellas tengan la confianza de contarme la situación de violencia por la que están pasando”.
Una característica muy propia de las defensoras de derechos humanos es la forma en la que brindan atención a las que atraviesan violencias basadas en género. “Hay que saber escucharlas y entenderlas”. Antes de acudir a la policía a poner una denuncia por violencia o a la procuraduría para solicitar la cuota alimenticia, las mujeres prefieren acudir con una defensora para pedir asesoría y acompañamiento, ¿la razón? Con ellas no se sienten juzgadas.
La violencia institucional no solo ocurre con las víctimas que buscan justicia sino que también es cometida contra las defensoras de derechos humanos. Más de una expresa que fue discriminada en alguna institución pública “por no tener un papel” que respalde su labor. “Nos maltratan, nos bajan la moral, y muchas veces no nos dejan entrar a las audiencias para acompañar a las mujeres. Llegamos a la policía y lo primero que hacen es pedirnos la licencia”.
En la lucha por defender derechos ha sido muy importante contar con un espacio físico para atender: Casa de las Mujeres en Suchitoto. “Este lugar significa confianza y seguridad. Para nosotras es muy valioso que las mujeres reconozcan esta casa como un espacio seguro donde acudir ante una situación de violencia”.
Para Wendy defender los derechos humanos se resume en: solidaridad, empatía y compromiso para seguir acompañando a las mujeres que enfrentan situaciones de violencia. “Voy a seguir dando de mí todo lo que pueda, con mucho cariño y respeto hacia las mujeres”.