Por Luisa Salomón
Las coberturas vacunales se han reducido en Venezuela. En 2020, ninguna de las vacunas del programa de inmunizaciones alcanzaba el 95% de cobertura que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Médicos especialistas exponen sus propuestas para mejorar esta situación y retomar la inmunización como servicio estructural en Venezuela.
Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su Iniciativa global de reportajes sobre la salud: vacunas e inmunización en América Latina y el Caribe.
Hace seis años, la Organización Mundial de la Salud declaró a la región de las Américas como territorio libre de sarampión. Fue la primera región del mundo en eliminar esta enfermedad. Pero después de un brote surgido en Venezuela se perdió la certificación de la región y eventualmente exportó casos a otros países, principalmente los fronterizos Brasil y Colombia. También surgió un brote de difteria, otra enfermedad que había sido eliminada y de la cual no habíamos tenido casos por más de 20 años.
Aunque en 2019 el brote de sarampión fue controlado en Venezuela, después de la intervención de agencias internacionales y esfuerzos para aumentar la vacunación, las coberturas vacunales disminuyeron durante el primer año de la pandemia de covid-19. La Organización Panamericana de la Salud considera, en un informe publicado en diciembre de 2021, que la región está en riesgo de más resurgimientos de enfermedades.
Las coberturas vacunales altas protegen a la población, previenen enfermedades, evitan la sobrecarga del sistema de salud público y permiten ahorrar tiempo y dinero en el tratamiento de enfermedades prevenibles. Una cobertura de vacunación alta es también un indicador de equidad: más niños vacunados implica que tuvieron acceso al sistema sanitario.
La inmunización debería ser amplia y sistemática, con un sistema estructural que garantice y facilite el acceso en todo el sistema sanitario para evitar oportunidades perdidas.
Retomar la inmunización como un servicio prioritario y sistemático, como lo recomiendan la Organización Mundial de la Salud y Unicef, implica tomar medidas en distintas áreas. La vacunación va más allá del momento en que se inyecta: vacunar implica tener suministros suficientes, viales, jeringas; requiere personal formado que sepa administrar la vacuna y entienda cómo mantenerlas en condiciones óptimas. Además, se requiere planificación para comprar suficientes vacunas y suministros para asegurar la disponibilidad cada año; precisa de infraestructura que garantice la cadena de frío necesaria para trasladar y mantener las vacunas, y servicios públicos estables que no interrumpan el funcionamiento de neveras y refrigeradores.
También implica crear demanda, que la población busque las vacunas. Esto puede lograrse mediante la educación y las campañas de concientización, pero también a través de políticas de incentivos. Una experiencia del Poverty Action Lab del Massachusetts Institute of Technology en 2011 en la India mostró que mantener puestos de vacunación estables y confiables era un primer paso para atraer a los niños a su primera vacunación. Pero entregar incentivos, tan sencillos como una bolsa de lentejas, aumentaba el retorno para garantizar la continuidad del esquema.
Uno de los aspectos claves de los programas de inmunización es que deben responder a las condiciones específicas de cada país: las enfermedades presentes, situación epidemiológica, las capacidades de cada sistema. ¿Qué podemos hacer en Venezuela? Prodavinci conversó con médicos especialistas, quienes vacunan y/o atienden enfermedades prevenibles por vacunación, para conocer sus recomendaciones para mejorar los niveles de vacunación en Venezuela.