A las 6 de la tarde, después de trabajar y con sus hijos fuera de casa, Tania (cuyo verdadero nombre no revelamos) toma cuatro pastillas y espera que se deshagan en el frenillo de su lengua. Seis horas después, con las pastillas ya disueltas en su cuerpo, comienza a expulsar unos coágulos de sangre que no se atreve a mirar. Sangra, pero le dijeron que eso podía ser normal; le duele el vientre como si fuera a dar a luz, también le dijeron que eso iba a ser normal. Llora en medio de la oscuridad total de su habitación en San Diego, California. Tiene miedo de estar sola.
Estas pastillas viajaron junto a las más de 90 mil personas que atraviesan todos los días el paso fronterizo más concurrido del mundo, el que separa a la ciudad de Tijuana, México, de la de San Diego, en Estados Unidos. Sortearon filas sin inicio ni fin, que se pierden cuadra tras cuadra. Sortearon, también, una hostil oficina migratoria que divide “lo legal” de “ilegal”. Ocultas en medio de una maleta, se encontraban la Mifepristona y el Misoprostol. Al tomarlas, Tania las puso debajo de su lengua para acelerar el efecto, como le fue indicado. La Mifepristona le ayuda a detener la producción de progesterona en su cuerpo y el Misoprostol, originalmente indicado para tratar úlceras y cuya función abortiva fue descubierta por mujeres brasileñas a finales de los ochenta, es el que le causa las contracciones y el sangrado.
“Llamé a una amiga que vive en Tijuana. Estaba desesperada y ella me contactó con una organización. En 24 horas ya tenía las pastillas en mis manos. Las trajeron a San Diego, y como estaba asustada porque nunca había pasado por algo así, me dieron el seguimiento y estuvieron conmigo en el proceso”.
Tania abortó en abril de 2022, dos meses antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos anulara la despenalización federal del aborto y regresara a los estados la facultad de regularlo. Se enteró del embarazo en la casa de su exnovio, un narcotraficante del cártel Nueva Italia de Michoacán, con quien llevaba un poco más de un año de relación. Inmediatamente supo que no podría llevar a cabo ese embarazo. “Yo me había enterado de que se dedicaba a eso poco antes del embarazo, no por él sino porque un día la DEA llegó a mi casa. Tomé la decisión porque yo con él no estaba bien y, ¿para qué iba a traer al mundo un niño que viviera en carencias y a sufrir?”
Su relación no era lo único que la detenía. Tania se había mudado a San Diego desde México en 2017. De 32 años y con tres hijos, las horas de su día, que inicia a las 4 am, las reparte entre los dos restaurantes en los que trabaja como mesera y su vida de madre soltera. En las dos clínicas a las que acudió, encontró barreras. La primera, una católica, le dio una respuesta nada sorpresiva: “Me dijeron que ya estaba grande y que si ya tenía tres, podía tener otro hijo”. La segunda, el Family Health Center de San Diego, le pidió que regresara en cuatro semanas. En ese punto tendría 13 semanas de embarazo y temía que, para entonces, se complicara más el aborto.
Buscan ayuda fuera de Estados Unidos
Quienes la acompañaron mediante WhatsApp fueron Las Bloodys, una de las 17 organizaciones mexicanas feministas que forman parte de la red transfronteriza que buscan brindar atención a mujeres de Estados Unidos que necesitan un aborto. La red nació gracias a Veronica Cruz, fundadora de Las Libres, otra organización feminista creada en el 2000 con el fin del luchar en contra de una ley aprobada en Guanajuato, México, que penalizaba el aborto en todas sus causales.
La idea de Cruz era prepararse frente a los crecientes rumores sobre la cancelación del efecto de jurisprudencia asentado por el caso Roe contra Wade. Se trata de la sentencia histórica de la Corte Suprema de los Estados Unidos a favor de Norma McCorvey (bajo el seudónimo Jane Roe), que reconoció, en 1973, el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo en Estados Unidos.df
Cruz es una veterana acompañante de abortos, como se les llama a las mujeres que guían y monitorean los proceso de aborto con medicamentos. El trabajo de una acompañante es verificar que el proceso funcione pero también ser un soporte emocional y procurar calma.
“Desde mi perspectiva, Guanajuato fue peor que Texas”, dice Cruz. Es una mujer de
semblante serio y un carácter fuerte, probablemente producto de dedicar más de dos décadas de su vida a desafiar las leyes en el corazón de la derecha conservadora mexicana.
La anulación de efecto del caso Roe contra Wade en Estados Unidos, en 2022, coincidió con los avances que daba México en términos de derechos reproductivos. En ese último país, en 2021, se había determinado que ninguna mujer podía ir presa por abortar. Pero fue en septiembre de 2023, cuando la Suprema Corte despenalizó el aborto a nivel federal, que el país se convirtió en la esperanza de las mujeres que buscaban escapar de una decisión judicial que había desamparado los abortos en Estados Unidos.
Datos de Customs and Border Protection señalan que, desde septiembre de 2023, creció un 42% el número de mujeres que viajan a México para realizarse abortos. De acuerdo con un estudio realizado por Planned Parenthood y Resound Research for Reproductive Health, desde que se establecieron los nuevos obstáculos para el aborto en Estados Unidos, han ocurrido más de 64 mil embarazos como resultado de violaciones.
Organizadas en México para ayudar a las mujeres del mundo
Desde meses antes de la caída de Roe contra Wade, Las Libres comenzaron a enviar medicamentos abortivos al otro lado de la frontera. Inicialmente pensaron que solo contactarían con mujeres en Texas, una estado fronterizo con una enorme población hispana. Pero poco a poco las solicitudes comenzaron a llegar de estados como Oklahoma, Ohio o Florida. Cuando ocurrió la anulación de 2022, la Red Transfronteriza ya estaba conformada y movilizaba con facilidad medicamentos abortivos al otro lado de la frontera.
“Luego de la caída de Roe contra Wade, en junio del 2022, a nosotras se nos incrementó
muchísimo [el número de solicitudes]. En promedio, pasamos de recibir peticiones de 10 mujeres diarias a 100 el mismo día de la caída de Roe contra Wade. Era una locura”, explica Cruz.
De junio a diciembre de 2023 solamente, Las Libres entregaron más de 1,700 kits de medicamentos abortivos a mujeres radicadas en Estados Unidos. Estos kits incluyen Mifepristona, Misoprostol (un medicamento indicado para la interrupción de embarazo, de acuerdo a la OMS), toallas sanitarias, Ibuprofeno, té y medicamento para las náuseas. Desde la revocación de la ley, Las Libres han asistido a más de 10,000 mujeres y cuentan con más de 300 voluntarias que ayudan a mover el medicamento.
“Las que más llegan son mujeres con algún origen latinoamericano y mujeres afrodescendientes. Nos han tocado muchas mujeres que son dreamers o hijas de dreamers, algunas indocumentadas y también hombres trans”, menciona Paola Fernández, integrante de Las Libres, sobre el perfil que atienden.
Las Libres no han sido las únicas que han visto un aumento en los casos de abortos que atienden desde Estados Unidos. “La Abortería”, el espacio físico de la red “Necesito Abortar”, fundado por Sandra Cardona, se ha convertido en una de las redes más conocidas para abortar en México, especialmente para las mujeres que provienen del exterior.
El nombre de la red, para sorpresa de nadie, se inspiró en una estrategia de búsqueda en Google. “¿Qué buscaría una mujer en Google cuando necesita abortar?”, se preguntaron. En efecto, la idea funcionó. Es uno de los primeros resultados que arroja el buscador.
“El primer año tuvimos que cambiarle a “Necesito abortar, México” porque nos llegaban casos hasta de Angola”, cuenta Cardona con en tono de broma, aunque no es del todo una exageración. Comenta que, a La Abortería, han llegado casos de mujeres de diferentes partes del mundo buscando interrumpir embarazos avanzados.
Desde la fundación de la red, el 15 de diciembre de 2016, La Abortería atiende a cualquier mujer que lo solicite. Tiene una regla: no hacer preguntas. Inicialmente la mayoría de casos que atendían eran de Monterrey o de mujeres centroamericanas migrantes violadas en la frontera, pero con el tiempo comenzaron a llegar mujeres de todo el mundo. Entre ellas de Estados Unidos.
“Ya tenemos más de dos años acompañando a Estados Unidos. Las 21 acompañantes de la red reciben hasta 600 mujeres al mes, de las cuales un 40% son migrantes. Después de la cancelación de Roe contra Wade creo que atendemos mil al mes”, explica. De acuerdo a Cardona el 2023 lo cerraron atendiendo un aproximado de 400 mujeres al mes solamente provenientes de Estados Unidos.
Durante la hora y media que se extendió la entrevista, la pantalla del smartwatch de Sandra se mantuvo parpadeando casi sin descanso con cada nueva notificación de messenger. Eran mensajes en lo que se preguntaba, con alguna variación, siempre lo mismo: “¿cómo puedo abortar?”. En otra habitación, en La Abortería, una mujer abortaba.
La lucha al otro lado de la frontera
Anna Hochkammer tiene una meta clara: despenalizar el aborto en Florida. Suena una misión imposible: Florida es uno de los bastiones republicanos de Estados Unidos y uno de los estados más conservadores del país. Pero quien pelea es la vicealcaldesa de Pinecrest, un vecindario de clase media alta al sur de Miami habitado por 18 mil personas. Hochkammer cree que la oportunidad de reinstalar el derecho al aborto en Florida es alta, siempre y cuando logre unir a republicanos y demócratas.
Junto con el Floridians Protecting Freedom, Hochkammer y su equipo proponen una enmienda que prohíba la interferencia del gobierno en los derechos del aborto. Se necesitan 890 mil firmas de aprobación para que esta pregunta pueda ser incluida en papeleta electoral de la elecciones generales en noviembre de 2024 .
“El 70% de los floridanos aprueban la iniciativa que hemos propuesto, más del 60%
de los republicanos lo apoyan y el 57% de las personas que se autoidentifican como simpatizantes Trump están de acuerdo con lo que dice la iniciativa”, explica. Estas cifras coinciden con las encuestas que afirman que más de la mitad de los estadounidenses aprueban el aborto bajo cualquier circunstancia.
Florida, con un límite de 15 semanas para la interrupción del embarazo, es uno de los 21 estados que ha presentado restricciones al derecho al aborto posterior a la anulación de Roe contra Wade. Aun así, los límites son más flexibles frente a sus vecinos fronterizos, como Mississippi y Alabama, en donde el aborto está completamente prohibido, o Georgia, cuyo límite es la semana seis.
Otras organizaciones, sin embargo, esperan que el derecho al aborto en Florida se vea aún más limitado luego que en abril de 2023 el gobernador Ron DeSantis firmara una prohibición de seis semanas. La propuesta aún debe ser aprobada por la Corte Suprema de Florida.
A partir del retroceso en temas reproductivos que se vive en Estados Unidos, las organizaciones pro-decisión han tomado una especial relevancia en el acceso a la interrupción del embarazo. Kamila Przytuła, es la directora de Women Emergency Network (WEN) una red que se encarga de financiar abortos desde 1989 a partir de donaciones privadas.
“Un aborto puede costar de 500 a 1,000 dólares si se hace fuera del estado. Esa es la diferencia entre que alguien pague su luz o coma”, explica Kamila. WEN trabaja en conjunto con otras organizaciones que reciben los casos de la clínica y colectivamente cubren una parte del aborto. “Eso nos ha permitido ayudar a cada persona que se nos ha acercado”, comenta.
De acuerdo con estadísticas publicadas por el instituto Guttmacher, casi una de cada cinco pacientes en Estados Unidos ha viajado a otro estado para acceder a un aborto durante la primera mitad de 2023. Esto representa el doble de casos frente al año 2020.
La prohibición del aborto pone en riesgo a mujeres jóvenes, negras y migrantes, quienes son el perfil principal que contacta a WEN. Uno de los casos que recuerda Przytuła, entre los múltiples correos que llenan su teléfono, es el de una centroamericana, analfabeta y VIH positivo, que habían financiado semanas atrás.
“Estaba en una situación muy vulnerable, conocimos su caso a través de la clínica a la que se presentó. Unos meses atrás había emigrado al norte de Miami con su tío, quien no podía saber que estaba embarazada”. Ella fue transportada y atendida en la clínica al norte de Miami.
Esta es una de las 600 mujeres que han ayudado a abortar dentro de Florida, una de las 25 millones que enfrentan restricciones al aborto en Estados Unidos y una de las incontables relegadas al secreto.