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“Nos pueden despojar de nuestra tierra o nos pueden asesinar”: Gabriela Soto
Por Xiomara Orellana
Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. La hija de Porfirio Soto, uno de los ocho presos de Guapinol, pasó de la felicidad que vivía al lado de sus padres y cuatro hermanos, a vivir uno de los episodios más tristes y difíciles que le toca enfrentar a sus 22 años de edad. Gabriela Soto explica que en tres años, además de ser perseguida, amenazada junto a toda su familia, sufre porque su padre enfermo, está en prisión y porque siente miedo de lo que le puede pasar por defender la montaña Carlos Escaleras y el río Guapinol.
La defensa por la montaña, esa que poco a poco destruyó la mina Los Pinares, los tiene viviendo una pesadilla. “Nunca imaginamos la destrucción de la montaña, el daño al río Guapinol, ni la tortura que ha significado la persecución que nos hacen desde el año 2018”, cuenta Gabriela.
El precio por oponerse a la mina, lo pagan alto. La llegada de esta empresa con sus planteles y maquinaria para instalar la que consideran es la planta más grande de Centroamérica que procesará pellets de óxido de hierro, cuya exportación estiman que le dejará 70 millones de dólares de ganancias a la empresa, es la causa de semejante destrucción.
En Tocoa, Colón, en la zona Atlántica de Honduras, a nadie se le consultó si el proyecto extractivista era viable, si era aceptado por las comunidades. Ignoraron por completo el proceso de una consulta previa libre e informada, evidenciando la colusión con autoridades locales y nacionales, para permitir este proyecto. “Vemos la destrucción que se ha ocasionado. Nos han dejado un desierto”, lamenta la joven líder de Guapinol.
En medio de la tragedia que viven las mujeres, la fuerza que toman cada día para no desmayar en la lucha, es por los ocho detenidos, los ocho defensores de Guapinol. A ellos la justicia les ha negado el derecho de defenderse en libertad y los mantiene en prisión, aún sabiendo que se les venció el término que establece la ley como prisión preventiva. Esa es una razón que impulsa a las mujeres a seguir defendiendo la montaña y el río, pese a que saben que estar en la lucha, las expone ante el poder de la mina.
“Sufrimos muchas agresiones. Nos han violentado hasta el derecho a protestar. Es un delito en Honduras defender los recursos naturales”, manifiesta frustrada la joven de Guapinol, quien ha sido una de las abanderadas permanentes en la causa.
En medio de la discriminación y persecución que sufren, Gabriela es una convencida que no hay que bajar la guardia. Su actitud decidida ha impulsado a más jóvenes de la aldea a no quedarse indiferentes y se suman a protestar. Ella dice que las mujeres no sólo están para estar en las casas, sino que tienen una fuerza para luchar por lo que creen justo y que pese a cualquier amenaza, no desmayarán.
“Han procesado a muchas mujeres y no niego, tengo miedo”, expresa Gabriela mientras palmea la masa de maíz con la que ese día su familia comerá tortillas. Frente al fogón de su casa nos dice: “Tengo miedo a la muerte, tengo miedo a ser despojada de mi comunidad. Es un miedo porque no sé adónde voy a ir. Pero seguimos resistiendo. Sabemos que todo puede pasar, que estamos expuestas y que nos pueden despojar de aquí o que también nos pueden asesinar”.
Este reportaje fue realizado con el apoyo de la Internacional Women´s Media Foundation (IWMF) como parte del programa Exprésate Honduras 2021.