Alfredo y Axel

A veces creo que elijo contar historias “felices” porque no logro lidiar con la angustiante de la realidad a la hora de fotografiar. Durante este viaje lo confirmé. La idea central de nuestro proyecto era contar historias alentadoras en el medio de la grave situación migratoria marcada por el gobierno de Donald Trump. Eso, inevitablemente me puso de cara con historias que prefiero leer mas que contar.He visto la foto de arriba varias veces por día desde que la tomé. Cada vez que la veo no puedo evitar que se me cierre la garganta. Alfredo estaba solo con su hijo Axel, de 1 año y 4 meses. Un año y cuatro meses. Alfredo no tuvo otra opción que agarrar a su hijo, solos los dos y andar a pie, bus, tren, más de 2,500 kilómetros, de Honduras a Estados Unidos. Lo hizo por que quiere un futuro mejor para él.

El día que los conocí Axel tenía una playera que decía “ Soy un niño feliz”, aunque no lo estaba. Y claro, estaban durmiendo en el piso de un puente, después de viajar expuestos al peligro durante meses. Alfredo me dijo que prefería el puente a cualquier otro lado, aunque no pudiera salir nunca más de ahí. Cuando los conocí iba a darle mi número de teléfono para que me avise, no por la historia, sino porque necesitaba saber que lo habían logrado. En las idas y vueltas lo olvidé.

Cuando regresamos al puente ya no estaban. Desde ese día, todos los días me pregunto si lo habrán logrado. Ojalá sí, y ojalá estén más cerca de la vida que buscan y Axel logre ser el niño feliz que se merece.

-Luján Agusti