Ante el dolor de las víctimas

Guatemala es un país de Centroamérica en donde abundan las víctimas de diferentes tipos de violencia. Apenas en 1996 concluyó un conflicto armado interno que, después de 36 años, nos dejó muchas heridas que no logramos sanar y que se reflejan en la profunda desigualdad en la que vivimos 17 millones de personas.

Así que ser periodista en este contexto nos hace tratar con víctimas a diario, y a pesar de eso hay poco tiempo para hablar de cómo entrevistar, reaccionar y trasladar las historias de quienes aceptan contarnos sus relatos de dolor.

Por esa razón estoy agradecida con la beca Exprésate de IWMF, en la que tuve el privilegio de aprender más sobre el tema. Uno de los sábados del curso, el taller fue impartido por la periodista mexicana Marcela Turati, con amplia experiencia en las víctimas del narcotráfico.

Cuando la escuché hablar me sentí totalmente identificada. Con una tremenda dosis de humildad nos contó de errores que cometió en etapas tempranas de su labor, y dio elementos básicos y fundamentales para que los periodistas que la escuchábamos pudiéramos hacer mejor nuestro trabajo.

Hay que “tener tiempo” para hablar con las víctimas y sobrevivientes, decía Marcela Turati. Esto me impactó porque sé que pocos periodistas podemos dedicar suficientes horas para nuestras investigaciones, pero me quedó claro que tanto reporteros como reporteras y quienes dirigen medios de comunicación tienen que tener claro que si vamos a trabajar con víctimas no podemos ir a la carrera, estar pendientes del reloj o tener el celular con el sonido de alertas activado.

Quizá la lección más grande, la que debemos considerar antes, durante y después del reporteo es no revictimizar. En un país en donde el dolor es usado como un método para atraer seguidores, los periodistas tenemos la obligación de pensar en cómo lo que decimos y escribimos puede afectar la forma en que una persona se ve a sí misma y cómo la perciben los demás.

Pienso en cuántas portadas, textos, notas de televisión o radio que han presentado el sufrimiento han sido trofeos coleccionables para los criminales. En la última cobertura que hice en 2020, llevaba en mi mente los consejos que Marcela Turati nos dio y pensaba en cuán importante es buscar esas historias que parecen lejanas a las mayorías, pero que son parte de nuestra realidad.

Con anterioridad he hablado con víctimas, pero esta vez me sentí mejor preparada. Antes de acercarme busqué el consejo de psicólogas, medité en cómo hablar, en el tono de mi voz, en la conducción de las preguntas. Expliqué bien el propósito del reportaje, del formato, del impacto que quería tener. A pesar de la distancia que manteníamos y de la mascarilla que usamos como prevención, las personas aceptaron a contar de su dolor, su fuerza, sus anhelos y esperanzas.

Ante el dolor de las víctimas es necesario que ejerzamos nuestra labor con sensibilidad y con respeto de lo que nos quieran contar, con capacidad de identificar los límites y siempre dispuestos y dispuestas a buscar guía para hacer mejor nuestro trabajo.