Ya está cayendo la noche en Medellín, la hora azul se contrasta con todas las lucesitas amarillas de las montañas que rodean el Valle de Aburrá, después de un par de horas repartiendo pastelitos electorales y contando sobre el nuevo movimiento politico de mujeres Estamos Listas afuera de una estación de transporte público, Piedad Toro y cinco de sus compañeras se juntan para una foto, mientras que sonríen y se alientan entre ellas pasa un carro con tres hombres que les grita “Están muy bonitas todas!”, ellas lo dejan pasar y siguen para su próxima actividad.

 Mi trabajo desde ya hace un tiempo se ha relacionado al género y a la mujer, pero aún teniendo esa experiencia, me sorprendió ampliamente la resiliencia de las mujeres en Medellin. Medellin dentro de Colombia, y quizá en el mundo es reconocida por la belleza de sus mujeres, el estereotipo de un tipo de mujer, con cabello liso y curvas pronunciadas. Las mujeres de Medellin aparte de vivir con el peso de este estereotipo, tienen que vivir con una compleja historia de víctimas, desplazamiento, desigualdad y de violencia.

Trabajando en tres historias paralelas, todas completamente independientes y diferentes una de la otra, en 10 días conocí a más de 15 mujeres, que cada una desde su lugar particular luchan con la sociedad de Medellín, desde diferentes ideologías y maneras, para cambiarlo todo.

Muchas de ellas desde la academia, pero muchas otras desde la cotidianidad, desde la memoria y sobre todo desde la responsabilidad con su comunidad, la sinceridad, el acompañamiento y el conocimiento.

Desde la lucha contra una mega represa hidroeléctrica, el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, y la resistencia de genero dentro de la política, las mujeres de esta ciudad me han demostrado ponerle toda su energía a su lucha. Aunque hubo veces que entrevistamos a hombres, medicos e ingenieros en altos cargos, las mujeres siempre han demostrado tenerla clara y han navegado nuestras historias de manera principal e inspiradora.