“Pareces activista”, “solo estás haciendo lo políticamente correcto por moda”, “estás lucrando con la desgracia ajena”. Esos eran los comentarios que recibía cuando comencé a cubrir temas de derechos humanos y género como periodista, hace poco más de un lustro.
Afortunadamente, no pasó mucho tiempo para que se visibilizara la importancia de narrar historias respetando la perspectiva de las víctimas y sus familias, fiscalizando las fallas de los sistemas de justicia o de las autoridades, y exigiendo la garantía y protección de los derechos humanos.
Aunque en un período relativamente corto cambiaron las audiencias mediáticas, lo cierto es que el periodismo con perspectiva de derechos humanos y de género aún está en pañales. Y eso lo compruebo con cada nota o reportaje, pues siempre hay algún reto, alguna duda: ¿Entrevisté de manera adecuada a la víctima de un delito de odio? ¿Estoy abordando bien este tema? ¿No estoy empleando un lenguaje revictimizante o excluyente? ¿Estoy dejando de lado algún dato que podría ser clave para que un hecho violatorio de derechos humanos no se repita?
Por ello, en cuanto conocí el programa “¡Exprésate!” de la International Women’s Media Foundation (IWMF), supe que era ideal para mejorar mi trabajo periodístico. Cuando fui admitida y comencé a participar en las sesiones, como en la clase magistral que impartió Marta Lamas, o la de Ana Requena, lo confirmé: resolví algunas de las interrogantes que me aquejan cada que redacto una nota. También pude plantearme nuevas formas para innovar mi labor.
Lo que no imaginé era que también obtendría apoyo para trabajar sin miedo en un país como México, que está atravesando una dura crisis de violaciones al derecho a la libertad de expresión. Y es que recientemente participé en el curso de Capacitación de Seguridad y Primeros Auxilios en Ambientes Hostiles (HEFAT), que está incluido en el programa.
Durante tres días aprendí estrategias y métodos para afrontar situaciones de inseguridad, como secuestros, tiroteos o enfrentamientos con fuerzas policiales o crimen organizado. También recibí información para permanecer segura en el ámbito digital: cómo navegar de manera segura, cómo evitar amenazas, etcétera.
Como reportera y fotoperiodista independiente trabajando en el país conocido por ser el más peligroso para ejercer el periodismo, se trata de conocimientos cruciales e invaluables. Aunque resulta deprimente el contexto, e indigna que esté orillada a permanecer alerta y vigilante todo el tiempo, como si yo fuera la que está cometiendo un delito, lo cierto es que agradezco saber cómo afrontar las constantes amenazas a la seguridad.
Para mí, “¡Exprésate!” es un programa para hacer periodismo incluyente sin miedo: sin miedo a abordar temas de derechos humanos y género de manera innovadora y útil. Sin miedo a ser atacada por reportear esas historias. Sin miedo a usar el periodismo como una herramienta para hacer del mundo un lugar mejor.