Exprésate: Periodismo que evita la discriminación no intencional al redactar

Cuando decidí participar en la Iniciativa de ¡Exprésate! de la Fundación Internacional de las Mujeres en los Medios (o la IWMF, por sus siglas en inglés), lo hice con el objetivo de aprender a producir no solo contenido de alta calidad periodística sobre población vulnerable en escenarios diversos, enfoque de género y diversidad sexual, sino con el interés de evitar hacer periodismo que, de manera no intencional, discriminara.

Sasha Morales, durante una marcha contra el odio a la diversidad sexual hondureña. Porta una pancarta exigiendo la Ley de Identidad de Género. (Foto Diario La Tribuna 14-06-2021).

Comprendí que eso pasa usualmente con el simple hecho de malos usos en la redacción de contenidos informativos, especialmente cuando son inmediatos o cuando se plantean historias poco o nada atractivas pensando en públicos con criterios cerrados, políticos, ideológicos, religiosos que se resisten ver al ser humano, más allá de ser el protagonista de un artículo periodístico.

Escribir sin que se etiquete al autor de ser promotor o activista de “equis” o “ye” grupo vulnerado seguirá siendo el reto, pero la defensa al derecho humano debe ser la bandera del comunicador ante cualquier crítica en el ejercicio de su trabajo.

A medida se desarrollaban los talleres, entendí que se trataba de actualizar la narrativa no solo con el leguaje incluyente como parte del nuevo periodismo y esos cambios necesarios en la redacción de las historias para audiencias más grandes, además de no olvidar colocarse en el extremo del entrevistado, de la víctima, del protagonista como sujetos de Derecho para tener una óptica más amplia de lo que se pretende informar, sin revictimizar al entrevistado o caer tampoco en el amarillismo consuetudinario arraigado desde los medios corporativos tradicionales.

Entonces, ser parte activa de un programa internacional que ha venido fortaleciendo la defensoría de los derechos humanos, más allá de la simple revisión de las buenas prácticas periodísticas para publicar una historia, los usos y desusos de normativas clásicas que tienden a aislar a las poblaciones vulnerables Mujer y LGBTIQ+, ha significado para mí una oportunidad de replantearme ideas de posibles historias que contar y que están ahí tan cerca quizás pasando desapercibidas.

Esas historias seguramente no solo llamarían la atención del lector; sino que serían sensibilizados en relación a la temática abordada, lógicamente esto va a depender también de la creatividad y objetividad que conlleva la producción de contenidos informativos con criterio más allá de la simple nota de redacción diaria de publicación inmediata que resulta efímera en su impacto posterior a dicha publicación y que no mueve siquiera una opinión de personajes políticos, funcionarios o servidores públicos claves en un Estado para motivar cambios sustanciales de beneficios sociales.

PRENSA UNIDA EN LA REGIÓN 

El Programa Exprésate, también ha sido un canal para estrechar lazos de hermandad y cooperación entre colegas de México, El Salvador, Guatemala y Honduras, me ha permitido fortalecer esas prácticas adecuadas para la cobertura trasnacional, producción y presentación de esas historias de contenido sensible y debatible para las mayorías, según las experiencias entre colegas y análisis de trabajos realizados, notas proyectadas en contextos de violencia y repaso de los impactos cuando se escribe en equipo.

Esos lazos permiten a futuro producir propuestas de cobertura periodística a audiencias más grandes que las habituales y con enfoques novedosos en donde no se busca un simple y efímero impacto de viralizacion en redes sociales de un artículo, sino que dichos contenidos informativos sean parte de acciones concretas que permitan fortalecer el respeto a los derechos humanos, como punto principal.

El programa me ha permitido conocer sobre fuentes de información especializadas sobre los derechos de las mujeres y las personas LGBTIQ+, practicar el oficio periodístico con principios de empatía en la cobertura, integrar recomendaciones o planes para corregir malas prácticas en la cobertura de estos temas en sus medios y con colegas planificar una cobertura periodística inclusiva, objetivos proyectados por las colegas en Honduras Dunia Orellana Elia Ordoñez y todo el equipo del IWMF a quien extiendo mis muestras de respeto y agradecimiento.

Las Poderosas Teatro, un grupo de mujeres que decide trabajar para superar la violencia que las opacaba y a través de la creación teatral instan a otras a denunciar y oponerse a la violencia que sufren. (Foto Las Poderosas).

ESTILO HUMANISTA EN LA NARRATIVA   

Reconozco que he tenido que forcejear con el uso lingüístico correcto y lo que estipula la Real Academia de la Lengua en relación a los pronombres el/ ellos, ella/ellas, elle/ elles., pero al conocer los testimonios en relación a la importancia que la población LGBTIQ+ significa el tomarlos en cuenta, me hace ceder y pasar del estilo ancestral, tradicional oficial al estilo humanista en la narrativa.

En el caso de las historias de violencia hacia la mujer y las nuevas modalidades de violencia no física, es otro de los talleres de aprendizaje que me permitió romper con paradigmas, estereotipos socioculturales que sin darnos cuenta a simple vista nos mantienen con alguna barrera o parcialidad en las redacciones.

Ejemplo de lo anterior fue expuesto en los Módulos Mujer, Género y Diversidad Sexual como noticia, en donde los talleres se centraron en aprender a decidir qué contar y bajo qué enfoque contarlo, una periodista pone en ejercicio su imparcialidad, así como sus consideraciones sobre qué temas son de importancia social.

En los casos relacionados a Mujeres no perder de vista el enfoque de género como herramienta para incluir en coberturas sus derechos, sin olvidar las implicaciones en la medida en la que se incluyen más voces de mujeres como expertas en los temas que se diversifican y no necesariamente deben ser vistos como agenda feminista.

Entender mejor la violencia de género y por prejuicio, identificar los entornos en que se generan ya sean las enunciadas y las que aún no se nombran, las maneras en que afectan de forma particular a mujeres y personas LGBTIQ y sus características específicas fueron parte de las capacitaciones valiosas para los abordajes respetuosos, evitando la construcción de enfoques sensacionalistas y revictimizantes.

Sin duda alguna viene a sumar en mi carrera periodística y completamente de acuerdo con la frase de Lydia Cacho, periodista y activista por los derechos humanos en México: El gran reto del siglo XXI es conseguir que la violencia contra las mujeres no sea sólo un problema de las mujeres.

Asimismo, con la antropóloga, política y académica, Marcela Lagarde cuando expresa que la violencia por razones de género constituye una de las más graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres, destaca que es ejercida por hombres socializados en relaciones de género tradicionales, caracterizadas por la subordinación de las mujeres. “Esta socialización se sustenta en estructuras culturales que reproducen relaciones desiguales y jerarquizadas entre hombres y mujeres, que se manifiesta en las instituciones, el discurso y las prácticas sociales, legitimando como “naturales” estas relaciones de poder”.