Sin dudas puedo decir que la beca ¡Exprésate! del International Women in Media Foundation dio un viraje muy importante a mi estilo de hacer periodismo. Un viraje que no había recibido desde el taller de redacción del periódico Reforma, seis años atrás. Es decir, experiencias como éstas cambian sustancialmente la forma de concebir ideas que se transformarán en notas informativas y reportajes.
Como población LGBTIQ -yo soy un hombre cisgénero homosexual- siento que ya tenía las bases para redactar con perspectiva de género y de inclusión, pero la clase con Martha Lamas amplió muchísimo el horizonte de historias por cubrir. Por ejemplo, yo no sabía que existían 5 sexos en la naturaleza y que el humano está, por supuesto, incluido. Esto me permite prestar más atención a las historias de personas intersexuales para contarlas y contribuir al fin de su estigmatización. Además, gracias a que Martha Lamas dio mucha bibliografía, tengo las bases para fundamentar todo lo que investigo y escribo.

Manifestantes durante la marcha del Orgullo LGBTIQ, el 25 de junio de 2022, en la Ciudad de México. Créditos: Omar Marroquín.
Otro tiro de timón en mi forma de ejecutar el periodismo ocurrió en la clase de la periodista Daniela Rea. Nunca había pensado que mi existencia fuera del patriarcado heteronormado podría resultar favorable para mí. Ella nos enseñó que quienes somos puede ayudarnos a empatizar con las fuentes para contar sus historias. Aunque en la práctica uno, por intuición, juega esta carta a su favor, nunca había reflexionado de sus alcances.
La clase con Ricardo Baruch fue de suma utilidad porque me dejó clarísimo las batallas ganadas y las pendientes de la población LGBTIQ+ a nivel nacional y un poco a nivel internacional. Además, aprendí cómo contar asuntos de salud pública y su relación con la población LGBTIQ+ sin estigmatizarla.
La ponencia de Chris me enseñó algo que -me avergüenza un poco admitirlo- no me había percatado a pesar de tener 6 años ejerciendo el periodismo: que los medios de comunicación tienen el vicio de contar las historias de abuso sexual de las “buenas víctimas” y que a “las malas vícitmas” las invisibilizan o crean narrativas que justifican los crímenes contra ellas. ¿Y quienes son las “buenas” y “malas” víctimas? Las primeras son aquellas personas con trabajo estable y que no estaban delinquiendo y las segundas son aquellas desempleados y que viven en contextos de pobreza y violencia. Percatarme de esto me permite detener la perpetuidad de estas narrativas desde mi propio teclado y el de mis compañeros en mi medio.
En fin, todas estas enseñanzas creo que pueden resumirse en una afirmación: ¡Exprésate! me enseñó cómo crear notas y reportajes más interesantes. Y son más interesantes porque son ideas que rompen con el binarismo de hombre y mujer heterosexuales y abordan las complejidades de la orientación sexual y la identidad de género dentro de una sociedad tan machista y lgbtofóbica como la mexicana. Y lo contestarario sieeempre es interesante.
Enhorabuena por el momento en que las y los encargados de elegir a esta generación me escogieron. Gracias totales.