La noticia del día: “fue agredida al salir de su casa el día sábado a altas horas de la noche”

Los hechos violentos contra las mujeres no son un pleito de pareja que termino mal.

No fue una tragedia que acabo con su muerte.

No fue porque el agresor tenía problemas mentales.

Es violencia de género, es un agresión machista, es un asesinato es un femicidio.

A partir de una serie de talleres propiciados por la Internacional Woman Media Foundation, a través de la iniciativa ¡Exprésate! de la que soy parte, he ido reconociendo de apoco el papel tan vil que juegan los medios de comunicación a través de esas formas violentas de (des)informar, que atraviesas nuestros cuerpos, nuestras existencias.

Los mensajes difundidos por los medios de comunicación son puras representaciones de lo que este sistema patriarcal y machista establece y que refuerza esa idea de que las mujeres solo somos cuerpos que violentar y hoyos que penetrar contra nuestra voluntad. Son estos medios tradicionales que difunden ese único concepto machista de lo que las mujeres “deberíamos ser”, sin considerar las múltiples formas de existencia que nos habitan, porque no, las mujeres no somos un solo grupo homogéneo, somos grupos que habitan tierras, continentes, países, barrios con una diversidad enorme y con pocas cosas en común, como la resistencia ante un sistema que nos posiciona como mercancía o territorio en disputa de conquista.

Es peligroso no cuestionar esos medios de comunicación que influyen en la sociedad y que tratan de forma tan inadecuada las noticias, pues en la mayoría de los casos, las noticias que relatan algún hecho sobre violencia de género se centran en las acciones de la mujer víctima que supuestamente pudieran haber provocado la reacción del femicida o agresor:

Abandono el hogar

Lo dejo y se fue con alguien más

No le tenía la comida lista y caliente

No creo que a través de estas palabras se logre entender lo violento de estos enunciados, que no hacen más que reforzar los estereotipos y normalizar la violencia de género, porque cuando se relata un femicidio, por ejemplo, nunca lo vinculan con la violencia de género; por el contrario, asocian dichos hechos a tragedias amorosas, locura o pleitos conyugales, y es ahí donde inicia la normalización de la conducta machista que justifica y minimiza las agresiones contra las mujeres, desvinculándola de la violencia estructural y llevándola al plano de lo privado.

Lo personal es político

Lo que se comunica es político

¿Cómo no arder de rabia?

¿Cómo no tener la obligación de eliminar esas formas de comunicar que recurren a jugosos detalles sobre cómo se asesinaron a las mujeres con expresiones románticas sobre el amor y los celos cegadores con que actuó el femicida? Esto no aporta nada a la información del hecho, solo cargar de dramatismo y evita que llamemos las cosas por su nombre: femicida y femicidio.

“Se encontraba en la calle a altas horas de la noche cuando fue agredida…” Este enunciado lo encuentras al menos una vez a la semana en cualquier medio de comunicación, y solo lo usan para reafirmar esa idea de que la mujer no tenía por qué andar en la calle a altas horas de la noche dejando la agresión en segundo plano. Es en ese momento donde estos medios de comunicación masiva inician esa arremetida contra nuestras existencias, diciéndole a sus oyentes, lectores o televidentes, que las “mujeres buenas” no andan solas en la calle y mucho menos a “altas horas de la noche”.

¿cómo comunicar desde el respeto, con perspectiva de género? ¿cómo hago yo, una joven hondureña de 24 años, para incidir en esos espacios hegemónicos que se hacen llamar “medios informativos?

Aún no lo sé, pero si algo he aprendido es que en el camino nos vamos encontrando muchas personas que, como yo, quieren derrumbar esas estructuras que perpetúan la violencia de género. Nuestras formas de comunicar, de escribir, de expresar van combatiendo esas premisas patriarcales que los medios de comunicación tradicionales han ido reforzando con el pasar de los años.

Trabajamos en ello, no solo yo, porque no estoy sola, somos miles de mujeres alrededor del mundo quienes estamos haciendo encuadres de los hechos violentos para representarlos como lo que son: violencia de género.

Esto es lo que he aprendido, esto es lo que sigo aprendiendo: ser intermediaria entre las personas y la realidad.