Yo llegué al periodismo casi que al azar. No sabía, cuando cursé mi carrera universitaria, que esta sería la rama a la que iba a dedicarme. Y por esa misma razón, digo que no me centré mucho en estos temas durante la universidad. La formación académica que recibí me dio bastantes insumos, pero debo admitir que tenía bastantes carencias en temas de sensibilización y enfoques de género.
Dicen que la “verdadera escuela” es siempre la calle. Y sí, quizá tenga algo de razón el dicho. Me enfrenté, cuando comencé en el periodismo de investigación, con temas que pusieron a prueba mi sensibilidad, mi compromiso y, sobre todo, mi salud mental también. Me metí al curso Periodismo Más Incluyente de la International Women’s Media Foundation porque tengo amigas que ya habían participado en ediciones anteriores y que lo recomendaban. Y, en verdad, ha sido un antes y un después en la forma en la que abordo temáticas que cubro en mi trabajo.
Me gustó, sobre todo, el abordaje interseccional que tienen temas que, a veces, puede verse como unidimensionales. Considero que esta es una de las mayores fortalezas del curso como tal. El acompañamiento de las y los encargados es también una labor increíble. Supe que había más personas como yo: con dudas, con deseos de seguir adelante, de aprender y desaprender. Y esto es, para mí, lo más valioso de esta comunidad. Porque el periodismo sea más novedoso, más sensible, más incluyente.