Más humanidad en el periodismo

Decía el periodista e historiador polaco Ryszard Kapuściński que para ser un buen periodista hay que ser una buena persona, ante todo. Por ende, existe una estrecha relación entre nuestra humanidad y las historias que contamos.

Curiosamente, una de las enseñanzas fundamentales en el periodismo tradicional es no perder la objetividad. Según nuestros profesores en la universidad, el periodista debe, en todo tiempo, permanecer neutral cuando reporta un acontecimiento. Pero ¿qué sucede cuando el periodista presencia discriminación, injustica y desigualdad? ¿Podemos, como comunicadores, ser objetivos todo el tiempo?

Descubrí que poco vale la neutralidad si ignoramos el dolor de las personas cuyas historias son nuestra fuente de ingreso. Durante el programa ¡Exprésate! por el IWMF, aprendí precisamente esto: que nuestras palabras, el enfoque que le damos a una nota y la forma en que contamos una historia pueden crear conciencia o pueden promover narrativas estereotipadas y dañinas sobre comunidades tradicionalmente invisibilizadas.

Al entender los retos que grupos como la comunidad LGBTIQ+, las mujeres, personas discapacitadas, personas afrodescendientes y pueblos originarios atraviesan para eliminar esas narrativas dañinas, ¿es ético, como periodistas, ignorar sus luchas?

Necesitamos un periodismo más humano, que lejos de contar una noticia, cuente historias. Necesitamos hacer periodismo que, en vez de invisibilizar, arroje una luz a los problemas que viven comunidades ignoradas por el periodismo tradicional. Más allá de un periodismo neutro, necesitamos un periodismo empático.

Culminamos el programa, pero los aprendizajes se quedan conmigo por el resto de mi trayectoria periodística. No quiero apuntar una cámara o escribir una palabra sin antes entender, escuchar y agradecerle a la persona que está frente a mí, por compartir historias que transformen las narrativas que más necesitamos en el periodismo actual.