Quizá uno de los enemigos más grandes del periodismo es la falta de tiempo y la prisa por la inmediatez. Si bien hay medios que han entendido la importancia de asignarle a un periodista el tiempo suficiente para construir un producto periodístico completo y novedoso, también es cierto que muchos reporteros y periodistas aún trabajan bajo la presión de un cierre y cantidad de notas que limita la profundidad del reporteo y, en muchas ocasiones, hace que cometamos graves errores.
Soy periodista desde hace 5 años y a lo largo de mi corta trayectoria he cometido una serie de errores de los cuales no me siento orgullosa, pero que recuerdo como experiencias que me han permitido mejorar mi método de trabajo y aprender poco a poco de este grandioso oficio.
Comencé esta reflexión hablando de la prisa y la presión bajo la cual trabajamos en algunas ocasiones porque justamente en medio de esas intensas jornadas de reporteo diario, corremos el riesgo de olvidar el lado humano de nuestro trabajo. Especialmente, cuando estamos en contacto con historias de personas que han enfrentado experiencias sumamente dolorosas y traumáticas; y aún así tienen el valor de contarla frente a un sujeto desconocido que se acerca con ánimos de construir un relato periodístico.
“Un periodista debe ser buena persona”, nos recordó la periodista Marcela Turati (citando al periodista y escritor Ryszard Kapuscinski) durante uno de los talleres del programa ¡Exprésate!, del cual tuve el honor de ser parte durante la segunda mitad de este año.
Con muchos años de experiencia que la acreditan para hablar del tema, Marcela nos recordó la importancia de tener presente que nos presentamos ante seres humanos que sienten, sufren, lloran y atraviesan momentos que quizá no alcanzamos a entender. Y que no es justificable cruzar la línea del respeto para conseguir un relato llamativo. Siempre podemos encontrar recursos que nos permitan darle a los lectores una historia completa, sin vulnerar a ninguna de las personas que consultamos en el proceso de reportero.
Es por eso que uno de mis grandes aprendizajes durante este programa quizá fue el oportuno recordatorio de que más que periodistas que persiguen historias de impacto, somos humanos abordando a otros humanos.
Esta profesión nos ha dado el privilegio de tener acceso a la intimidad de muchas personas. Además de un privilegio es un compromiso enorme con los lectores, pero también con aquellas personas que confían en nuestro trabajo, nos cuentan sus historias y esperan que hagamos con esa información un trabajo ético y respetuoso.