Meet the Fellow: Marta

Photo by: Pako Quijada

 

Marta encontró la libertad en las palabras. Desde aquellas que hacen llorar de sentimiento, como las del libro de “Ben quiere a Ana”, el cual leyó más de una vez en su juventud; hasta aquellas que cambian el mundo.

 

La puedes encontrar entre la gente, en los lugares más recónditos del planeta o en el medio de las historias más importantes. Es esa persona que escucha, analiza y entiende, pero que también siente las historias dentro de su piel. Esa que le importa la gente mucho más allá de un reportaje y que, a pulso, lucha por lo que quiere cambiar.

Su pasión por escribir, evidente desde la escuela y en los múltiples concursos de literatura ganados, fue lo que la llevó al periodismo. “Quería algo que involucrara escribir sin ser profesora”. Y lo encontró.

Los libros también sembraron en ella la curiosidad por recorrer el mundo, el entusiasmo de conocer otras fronteras. La pasión por viajar. “De pequeña viajaba al leer. Y de mayor, me muevo por mi cuenta”. Y como resultado lleva visitados más de 15 países alrededor de tres continentes. Para Marta no hay lugar al que no quiera ir. Desde muy joven, viviendo en Barcelona, España, sabía que el mundo esperaba por ella y mientras más distinto el sitio que visitara, mejor. Como aquella puesta de sol en una plaza en Marruecos, en la que, junto con su padre, entre sonidos, colores, el movimiento de la gente y el pulso del lugar, descubrió la dicha de dejarse absorber por lo desconocido.

Marta cree, hasta cierto, punto en el destino. Cree en que hay cosas que pasan por que tienen que pasar; por ejemplo: obtener una beca para estudiar periodismo narrativo en Nueva York. No fue fácil, una prueba que superar cada día. Estudiar un programa literario sin ser nativa en el idioma, en una ciudad donde la gente no tiene tiempo y donde cada día es una batalla. Pero van 10 años desde que, sin haberlo planificado, la Gran Manzana se convirtió en su hogar.

“La realidad va más allá de la ficción”, dice convencida cuando habla de lo que le gusta del periodismo narrativo. No le teme a las historias complejas y tiene la habilidad de ver como encajan las distintas piezas en sus relatos. Como aquella que hizo en Tanzania, a donde fue gracias a IWMF a reportar sobre mujeres que se casan con otras mujeres para conservar la tierra; hasta Guatemala, donde el racismo y maltrato a los indígenas marcaron su memoria.

Mientras se enrolla mechones de su pelo entre los dedos, piensa en lo que le espera en el futuro. Lo que tiene más claro es que quiere hacer lo que realmente le apetece. “Decirme a mi misma que soy escritora y punto”, con esa valentía que solo conocen aquellos que se atreven a explorar todo lo que el mundo tiene para ofrecerles.