Se supone que como personas que producimos información, como periodistas, podemos escribir sobre todo lo que constituye una sociedad. Sin embargo, para evitar la utilización de formas de definir las sociedades, que son formas “dominantes”, “normales”, debemos tener cuidado en el cómo y la forma.
El curso de la IWMF en lo personal, me ha permitido abordar de mejor forma temas de las minorías, ya sea de origen, orientación sexual, discapacidad o género. Cada persona que dio ponencia en este curso, me permite entender y replantearme, más allá de lo teórico, cómo narrar las historias desde el respeto y la inclusión, lo cual me brinda herramientas para un abordaje desde el respeto y la empatía, evitando un tratamiento mediático incorrecto, el cual puede devenir en graves consecuencias (persecución, acoso, depresión, suicidio) al olvidar el punto de vista y la vivencia de las personas involucradas en la temática a tratar y el impacto de las palabras en las personas de las que hablamos.
Ejemplo de ello, es que para conceptualizar a las minorías las palabras no suelen ser las adecuadas. En el caso de las personas LGBT+, especialmente con las personas transgénero, la fascinación por el proceso de transición del antes/después, suele obviar y mediatizar los conceptos, reflejandose en el mal uso de los pronombres en las noticias, o cómo se retratan temas de violencia sexual hacia mujeres, culpandolas indirectamente por su forma de vestir, su identidad de género o donde estaban y con quien.
Siendo así, el procesamiento de la información debe ser cuestionado, para no caer en prácticas tóxicas, en donde importa más quien traslada la información más rápido, sin cuidar qué y cómo se transmite la misma.