Han pasado ocho años desde que comencé a cubrir noticias de economía, una fuente que entre la inmediatez y la monotonía aparenta ser impersonal. Cifras interminables, informes extensos y términos especializados; es toda una combinación de asuntos poco atractivos para los lectores. En mis textos he tratado de ponerle el rostro humano con la intención de contar historias en las que la gente se vea reflejada.
En una entrevista que hice en Puerto Lempira, Gracias a Dios, una maestra y líder comunitaria me habló de los pormenores de menstruar en la región más olvidada de Honduras. Por dos meses, recopilé testimonios con la intención de hilvanar una versión más próxima de la realidad que afrontan las personas de La Mosquitia.
Sin embargo, dos años después de su publicación, hay aspectos de esa nota que me hacen ruido. De alguna forme invadí la privacidad de las personas que me dieron su tiempo y confianza. Me faltó entender la realidad que afrontaban cada una de ellas en temas de identidad cultural, sexualidad y cosmovisión.
El otro día me encontré con una chocolatera que había entrevistado en 2015. Me contó que aún guarda el recorte del periódico. Esa plática rápida me hizo reflexionar en la responsabilidad del periodista. Por mucho tiempo mi trabajo se convirtió en confeccionar historias rápidas, como una fábrica que dan plazos y metas por cumplir.
En varias ocasiones, por la premura de la hora del cierre, olvidé ponerme en el lugar de las personas que entrevisto y asimilar que, quizá, haya un impacto para ellas cuando se ven en las noticias. Y sí, claro, no se trata de adivinar el pensamiento, sino de entender el compromiso que tenemos desde el momento que alguien permite que un extraño entre a su casa, escuche sus historias y pregunte cuantas cosas se le vienen a la cabeza.
En ¡Exprésate! he encontrado recursos para reforzar las narrativas periodísticas desde enfoques diversos y bajo una mirada más incluyente. Reconozco ahora que muchas de las decisiones editoriales que he tomado en mis coberturas estuvieron permeadas de estereotipos y prejuicios. Un buena parte de la gente piensa y repite que el periodismo debe ser objetivo, pero cada ser humano tiene su forma específica de ver el mundo.
La iniciativa de la IWMF es un diálogo abierto para reconocer la diversidad de nuestros países y porqué esas historias necesitan contarse desde la perspectiva de derechos humanos, un lenguaje apropiado y las mejores prácticas. De entender cómo el contenido que producimos puede ayudar o no a derribar mitos a no poner a las personas como víctimas o héroes, sino contarlas desde su múltiple dimensión.