Todo el curso, tiene un hilo conductor muy bien pensado y a medida que pasa cada clase cobra más sentido el conocimiento que vas descubriendo. El periodismo más incluyente me enseñó a pensar historias más allá de mi cotidianidad o de los temas que he abordado.
Pensar en ser más incluyente y mostrar el lado humano de las personas diversas y de las mujeres, es poner en práctica la empatía. Con el modulo género y diversidad sexual como noticia, prendí a afinar mi sentido crítico para no revictimizar a las fuentes, porque ellas son siempre personas, con historias y contextos particulares.
Un momento revelador en el curso fue la clase con Christian Gruenberg, cuando nos explicó que las y los periodistas también somos defensores de derechos humanos, que también se violentan nuestros derechos. Pero esta idea quedó resonando, y cambió mi visión sobre la relevancia del trabajo que hago. Que sin esa justa importancia, también se descuidan otros aspectos del qué hacer periodístico, como el cuidado digital o la seguridad física.
Valoro mucho esta experiencia, porque he estado trabajando tan de cerca con periodistas criminalizados o acosados. Me ha dado herramientas a los periodistas más tradicionales que no consideran su trabajo parte esencial de un país en democracia. En Guatemala todavía a penas se está abriendo la brecha de discriminación entre el periodismo urbano y el comunitario. Estos medios tampoco han hecho una revisión de la forma en que comunican temas de género, muchos todavía muestran morbo porque es lo que “vende”.
En conclusión creo que el programa, nos permite reflexionar y hacer nuestra labor de forma más humana y nos acerca a un nuevo periodismo.