Tejiendo significados para el cambio

Releo mi cuaderno de notas y veo “mirar a los ojos / no celular / Apagar ruido interno”. Poder decir “paremos”. En otra página mi letra anota aceptar que une entrevistade diga “me arrepentí de contar esto”. Esos manuscritos son los que mas remueven y conectan con mi experiencia en esta beca. Tal vez sea porque no olvido que estamos atravesando una dura pandemia y cada día más me detengo a pensar como se entretejen y cuidan las narrativas enhebradas con las fibras sensibles de las historias personales. O quizás porque siento que el periodismo que construyo se sostiene en el ejercicio de transformar la indignación de cada día en algo mejor.

El curso de Exprésate impactó en mí como una periodista que transita un camino conducido por la motivación de dar lugar a Otras voces. El mayor desafío que me impulsa hace años como comunicadora es poder hablar de los temas de los que en ciertos espacios “no se habla”. Escuchar aquellas voces que “incomodan”. Poner el foco en las narrativas que nos corren de eje y nos obligan a cuestionar nuestros propios privilegios. Es parte de mi militancia, de mi activismo. El periodismo feminista entretejido con colegas, y principalmente con les protagonistas de las historias que elijo contar.

Como periodista feminista trabajo de manera situada, esto es: asumiendo mi lugar en el mundo, cuestionando mis posicionamientos políticos y sacudiendo el confort que me da provenir de una clase media con acceso a educación, salud, alimentación y vivienda digna.

Siempre me ha pinchado la pregunta de cómo es vivir una vida, por el contrario, en la cual tu manera de vestir o de actuar, así como las decisiones más íntimas (tu orientación sexual o con quién decides tener relaciones sexuales) ponen en riesgo tu propia vida. Por eso mi desafío es re-educar mi mirada para que los prismas de mis historias sean cada día mas variados.

He intentado imaginar cómo es sentir que por tu color de piel puedes excluirte de una oportunidad de trabajo o que la policía te persiga por tus rasgos faciales. Me parece muy difícil encarnar el dolor de ser discriminada por ser una persona con alguna discapacidad. Por eso, cada vez mas me asombra la valentía de las personas que desde sus formas disidentes de estar en el mundo complejizan la vida de todes.

Desde un lugar no hegemónico, muchas veces marginalizadas, cuestionan las reglas fijas del “deber ser” relativas a la corporalidad, la sexualidad, la forma de hablar, de vestir, de amar. Esas que parecen escritas en piedra. Esas que sabemos que podemos modificar. Especialmente en Guatemala en donde las olas de conservadurismo llegan con fuerza y y quieren bloquear el avance hacia una vida con opciones diversas.

Por que las fibras internas se tensan cuando escucho que las personas LGBTIQ+ serían en Guatemala consideradas el “enemigo interno”. Porque tal como analizamos con mirada crítica de la mano del periodista Daniel Villatoro y Henry España (Defensor de de la Diversidad Sexual de la Procuraduría de Derechos Humanos) las personas trans en este territorio son asesinadas con saña. Los crímenes por prejuicio pocas veces tienen una resolución que otorgue justicia y reparación lejos de los mensajes de terror que la comunidad LGBTIQ+ recibe en el presente.

Las notas del primer párrafo de este texto provienen de un momento que congelé en mi cuaderno uno de los sábados del curso Exprésate. Sugieren la necesidad de poner pausa para parar a reflexionar cómo nos acercamos a las historias de violencia de otras personas. Este espacio, encabezado por la periodista mexicana Marcela Turati, me invita a hacer un impass en medio de un año frenético en el que la crudeza de una crisis sanitaria nos colocó frente a los actos cotidianos un ¿para qué? enorme. ¿Para qué hacemos periodismo? ¿cómo lo hacemos? ¿las historias nos atraviesan? ¿las personas nos conmueven? ¿qué hacemos frente a la violencia en aumento? Las preguntas acerca de un trabajo que muchas veces hacemos en automático son hoy más que nunca vitales. Cuando nos toca correr detrás de fechas impuestas, lidiar con montañas de tareas adicionales de otros trabajos free lance, y en el caso de las mujeres cumpliendo dobles o triples jornadas laborales.

El módulo dedicado a “Narco violencia ¿cómo acercarnos a las víctimas? Me motivó el re-preguntarme cómo ejercemos el periodismo. Siempre me gustó ser periodista porque me deja ser una recolectora de fragmentos de historias humanas. Mientras camino juntando y combinando vivencias, renuevo las preguntas acerca de cómo nos desmecanizarnos como periodistas y también como seres humanos.  Con el desafío de abrir no solo preguntas difíciles en otras personas, sino también indagar en sus (nuestros) sueños de otros mundos posibles. Para construir un marco de empatía, cuidado y compromiso con quienes nos prestan pedacitos de sus vivencias más íntimas y luego concebir un gran tapiz (patchwork) de significados de cambio.